Cúpula Áurea.
Cúpula Áurea. Sigo las pistas de la intuición que me conducen hacia una escalera helicoidal en forma de caracola. La puerta se abre en su silencio de piedra y doy un paso hacia el salón principal: Oh, grandiosa cúpula áurea. Una vez dentro, me dejo llevar por la atmósfera sutil de la penumbra más misteriosa, refugio total del alma. La luna creciente que nos alumbra y las estrellas, a puro destello, se alzan como protagonistas de una noche majestuosa. Casi sin notarlo, cierro mis ojos en absoluto silencio. Los ecos sonoros y gnósticos del devenir terrenal se desvanecen. Como un metrónomo voy alineando mi vibración al pulso del firmamento. Allí, en sagrada meditación, encuentro paz: completa alineación cósmica, Shiva y Shakti conjugados, taijitu. Mi dragón y yo, enfrentados cara a cara, en perfecto analogon nos reconocemos. Somos uno, disfrutando el milagro de la creación. La noche nos envuelve en su manto sagrado, el sueño profundo: otra vez morir y renacer, para ver un día más, construyendo la realidad a través de fantasías, verdades mágicas de un mundo interior. Caleidoscopio divino, fractal sin fin. Dame tu energía, dame tu amor, pues aquí te estaré esperando, siempre listo, siempre fiel, manifestándote eternamente.